PROYECTO LOM. LA OTRA MIRADA
Haciendo referencia a mi entrada de la
visita al Museo Reina Sofía comentaré otra visita que realizamos con la clase
de Magisterio. Esta fue al Palacio de
Los Condes de Gabia, para poder contemplar piezas que habían realizado los
estudiantes del último curso de Bellas Artes de la Facultad de Granada.
En esta visita el profesor estuvo
informándonos de las obras allí expuestas, de cómo mirarlas, observarlas
mirando más allá, cómo hacerles llegar a niños una explicación adaptada a su
edad, estado madurativo, físico, etc…
No es tan difícil hacer llegar a
los niños al mundo del arte, de lo abstracto, de lo bello. La curiosidad en los
niños es sorprendente, el querer descubrir, indagar, investigar. Y es desde ahí
desde donde debe partir nuestras visitas a los museos con niños.
Un museo tiene su propio relato
que se concreta en el programa museístico. Pero este no se tiene que
corresponder necesariamente con el que nosotros elaboremos a la hora de
planificar una visita a un museo con niños. Deberemos adaptar un argumento al
otro, pero dando prioridad a lo que nosotros queremos transmitir a esos niños.
Nuestro profesor ha realizado
esta acción con nosotros, ha explicado las piezas que se exponían, pero a su
vez ha ido introduciendo lecturas de cómo debería ser la transmisión del guión
a los niños, para captar su atención, igual que él la ha captado con nosotros.
Deberemos construir nuestro
propio “museo adaptado”. Para ello, nos hemos valido de una actividad de “interpretación
de una obra o pieza”. La experiencia consistía en realizar una pequeña grabación
de vídeo donde explicásemos una obra. Imaginación, los cinco sentidos, risas y
un poco de vergüenza, han sido los participantes de este. Pero ha resultado muy
ilustradora a la hora de ponernos en situación para pensar lo complejo que
supone contar sin palabras y que los demás capten lo que queremos transmitir.
No por saturar a los niños de
información van a asimilar más y mejor. Lejos de esto, lo que conseguimos es
que aborrezcan los museos y les recuerden a sitios oscuros y aburridos.
La visita debe comenzar en el
aula, no en el museo, ya que antes deberemos saber algo de lo que vamos a ver,
donde, etc. Una pequeña charla, un vídeo o visualización de imágenes serán
suficientes para centrarse en lo que se va a ver, y se cree una atmósfera en la
que se pierda el miedo a interactuar con ellas.
Actualmente los artistas utilizan
gran cantidad de medios, vemos exposiciones con todo tipo de soportes, estamos
inmersos en el mundo de la imagen, se trata de educar el ojo, la sensibilidad
artística. La belleza y lo estético, según Inmanuel
Kant, (filósofo alemán), en sus Críca
del juicio, y Friedrich von Schiller, (filósofo alemán), en sus Cartas sobre la educación estética del género
humano, ocurren, en tanto en cuanto que son experimentados por el sujeto. El niño debe experimentar, tocar (dentro de lo
que se pueda), observar, oler, interpretar, analizar, valorar, criticar,
construir, etc.
La experiencia estética no es
solamente ya un acto contemplativo, sino que la interacción entre el espectador
y la obra de arte es ya un elemento indispensable dentro de la propia
experiencia y como parte del proceso educativo.
Cada vez es mas común que el
espectador influya de modo directo en la realización de la obra. Algunas
esculturas interactivas permiten que el visitante no solo observe sino que
camine sobre ellas, alrededor, dentro de la misma, interactuando con ella, creándola,
en parte, modificándola, dándole vida, convirtiéndola en una extensión de ella
o del artista.
¡¡¡Es un mundo vivo, el que se
abre y muestra ante nuestra mirada cuando visitamos un museo!!!